EL
MUNDO
13 abril
2022
Las
5 dietas que no recomendaría el nutricionista
Joanna Guillén Valera
Existen multitud de dietas para perder
peso, pero no todas son iguales, no todas son saludables y no todas son para
todos. Es importante saber en qué medida funcionan, en qué consisten y qué
repercusiones pueden tener a corto y largo plazo.
Cada vez es más habitual hacer dieta, no sólo de cara al
verano o al buen tiempo, sino durante todo el año. Según datos del Instituto Dym en su última encuesta sobre la alimentación y la
preocupación por la salud en España, “hasta un 20% de los españoles hace
dieta de manera habitual”. Algo que no sólo hacen las mujeres. En esta
encuesta se evidencia que no hay grandes diferencias entre ellas y los hombres,
es decir, que ambos hacen dietas por igual durante todo el año.
Un fenómeno que no deja de crecer, según apunta a CuídatePlus Carmen Escalada, nutricionista clínica del
Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO). “Año tras año vemos que
son más los que buscan y se someten a dietas”, algunas de alto riesgo y
la gran mayoría un control y seguimiento por parte de especialistas en
nutrición. Según el Colegio de dietistas-nutricionistas de la Comunidad
Valenciana (Codinucova), “por cada cuatro
personas que acuden a un nutricionista, sólo una no ha seguido alguna dieta
milagro previamente”. Este porcentaje, califica Escalada, “es muy
alarmante debido a que la obesidad y el sobrepeso son dos patologías que,
además, en muchos casos, llevan otras muchas patologías asociadas y que, por
tanto, deben ser abordadas por un especialista sanitario”.
Sobre las dietas que sigue la gente, ¿cuáles son las más
habituales? ¿y las que están más de moda? ¿existen dietas sanas? En cuanto a
las dietas más seguidas, como señala Escalada, “varían mucho de un año a
otro ya que la población está tremendamente influenciada por las dietas que
siguen los personajes públicos más relevantes”. A pesar de esto, las que
sí parecen repetirse en los rankings de dietas más seguidas año tras año son “la
cetogénica, las depurativas en todas sus versiones
(dieta de la piña, de la manzana, de los caldos…) o el ayuno
intermitente", aunque hay otras peligrosas. En esta información vamos a
explicar en qué consisten cinco de ellas y porqué los nutricionistas no las
recomiendan.
1.
Dieta del pinchazo
Más que una dieta en sí, en realidad “se trata de un
fármaco inyectable con cuya ayuda se pretenden perder los kilos de más
prácticamente sin esfuerzo alguno”, alerta la experta. Su principio
activo es la liraglutida, “con efecto inhibidor
del apetito que actúa sobre los receptores cerebrales aumentando la sensación
de saciedad durante las 24 horas posteriores, de modo que para mantener este
efecto anorexígeno se debe inyectar a diario a la misma hora”.
Según señalan desde IMEO, esta dieta se ha puesto muy de
moda entre adolescentes y jóvenes con sobrepeso como un método milagroso para
deshacerse del exceso de peso de manera rápida y sin tener que realizar
importantes cambios en su alimentación, ni mucho deporte. En concreto, apunta
Escalada, “la realizan personas que llevan mucho tiempo lidiando con
problemas de sobrepeso y obesidad, que ya han hecho otras dietas previamente y
que acuden a su médico no sólo por bajar de peso sino también para el
tratamiento de otras comorbilidades asociadas como la diabetes o la
hipertensión”.
Como informa el dietista y portavoz del IMEO, Rubén Bravo,
“es una pauta que sólo se aplica en el caso de obesidad diagnosticada y
no para fines estéticos”, y recuerda que los medicamentos deben ser utilizados
para tratar la patología para la cual han sido autorizados y no cómo un método
milagroso para adelgazar. “Aunque promete una media de bajada de 7 kilos
en 20 semanas, sólo veremos estos resultados, si además del uso del fármaco, se
sigue una dieta hipocalórica y restrictiva”, añade la experta.
La lista de efectos secundarios que puede producir es larga:
desde leves como vómitos, náuseas, fatiga, mareos, estreñimiento o diarrea,
hasta algunos muy graves, como pancreatitis necrosante, obstrucción intestinal,
diabetes tipo II, insuficiencia renal o infarto cardíaco.
2.
Dieta de los parches
La dieta de los parches no es una dieta como tal sino la
idea de adelgazar, sin hacer esfuerzos, sólo con el uso de supuestos parches
adelgazantes. “El concepto que nos venden acerca de los parches
adelgazantes es más que tentador, ya que promete perder entre 4 y 8 kilos al
mes”, señalan desde el IMEO. “Los asiduos a los parches suelen ser
personas en busca de una bajada rápida de peso que no conlleve grandes cambios
en su alimentación o aumento del ejercicio”, señala Escalada. Además,
“también es muy frecuente recurrir a los parches para reducir el volumen
o acúmulo de grasa en zonas concretas del cuerpo”.
Estos parches se colocan en una zona con celulitis que suele
ser el abdomen, la cadera o los muslos con el fin de activar el metabolismo de
forma local durante 24 horas y una vez transcurrido este tiempo se debe
sustituir por otros parches. “No tienen efectos secundarios, pero tampoco
está demostrado científicamente su efectividad en la pérdida de peso”,
señala Inmaculada Luengo, nutricionista clínica y experta en alimentación
comunitaria y deportiva del IMEO.
Estos adhesivos se venden como ayuda para reducir la
celulitis por lo que su composición consta de “extractos de cafeína,
guaraná, capsicina (pimienta negra), té verde, bayas
de acai y muchas otras sustancias activadoras y
antioxidantes”.
Como advierte Luengo, “la forma en la que se expone
nuestro cuerpo a estas sustancias también hace que esta fórmula para bajar de
peso tambalee. Al estar en contacto con la piel es más difícil que los
principios activos pasen rápido al torrente sanguíneo y que, además, parte de
ellos se pierdan por exposición a la luz o se oxiden”.
Lo único positivo de estos parches es que no suelen tener
efectos secundarios ya que, como apunta Escalada, “el mayor riesgo
asociado a esta forma de adelgazar es la desilusión que tenga la persona al
usarlos y ver que no se cumplen sus objetivos”.
3.
Dieta keto
La dieta keto o cetogénica con sus variantes, como Atkins, Scardale o Dukan, sigue siendo
una de las más habituales entre la población. “Es una dieta milagro cuya
característica principal es que reduce al límite el consumo de hidratos de
carbono con el objetivo de que el cuerpo entre en cetosis”, explica
Escalada. Este estado “se produce porque el cuerpo, al ser desposeído de
su principal fuente energética, se ve obligado a quemar la grasa para obtener
energía y, en este proceso se generan cuerpos cetónicos, los responsables del
nombre de la dieta”.
El problema es que estos “compuestos son tóxicos si se
acumulan en el organismo ocasionando problemas que van desde leves como mal
aliento, cansancio o pérdida de apetito a otros graves como descalcificación
ósea, mareos, cefaleas, náuseas, arritmias o pancreatitis”, advierte.
Esta fórmula promete una pérdida de peso importante, de 2 a
3 kilos a la semana, y a menudo se relaciona con famosas como Jennifer López o
Halle Berry. No obstante, ha cobrado protagonismo nuevamente a raíz de un
estudio realizado por la Universidad de California, Riverside, que advierte de
que esta dieta no funciona tan bien en las mujeres, ya que su organismo
metaboliza la grasa de manera diferente.
En opinión de los expertos consultados por CuídatePlus, es importante tener este dato en cuenta ya que
“se trata de una alimentación basada en un 70 u 80% en la ingesta de
proteínas y grasas, una cantidad que resulta insostenible, comparada con la
dieta japonesa, una de las más saludables y longevas, compuesta en tan solo 20%
de grasas”.
“Cuando alguien sigue esta pauta y deja de consumir
hidratos de carbono, su cuerpo pierde su principal fuente de energía y recurre
a la grasa acumulada como suministro”, explica Escalada. Este proceso,
“en el que el organismo quema grasa para obtener la energía que necesita,
genera unas sustancias conocidas como cuerpos cetónicos que son las que dan
nombre a la dieta. Al reducir el consumo de alimentos ricos en azúcares simples
que aportan gran cantidad de calorías vacías, disminuye la ingesta calórica
total, ya que los alimentos ricos en proteínas y grasas, los permitidos, son
muy saciantes, por lo que se comerá menos”, explica.
Por todo ello, “esta pauta debe hacerse únicamente
bajo seguimiento de un profesional sanitario cualificado y durante un tiempo
limitado, ya que puede propiciar problemas para la salud derivados del acúmulo
de los cuerpos cetónicos que pueden ser desde leves (mal aliento, náuseas,
calambres, mareos, estreñimiento o dolores de cabeza) hasta graves
(deshidratación, hiperuricemia, deficiencias renales o edema cerebral)”,
advierte.
Es importante señalar que, “bajo estricto seguimiento
la dieta cetogénica puede ser beneficiosa para el
control de ciertas patologías como la epilepsia, pero aquellos que padezcan
enfermedad renal crónica, diabetes, enfermedades cardiovasculares o mujeres
embarazadas deberán evitarla siempre”.
4.
Dieta de bebé
Este método, “con el que se pueden perder hasta 3
kilos en una semana, imita la dieta de un bebé y triunfa entre las mujeres más
jóvenes”, señalan los nutricionistas. Consiste en suplir la alimentación
diaria sólida por alimentos triturados con consistencia líquida o semisólida
que incluyen fruta triturada, purés de verdura o batidos sustitutivos de
comidas.
Tal y como explica Escalada, “esta dieta se ha puesto
de moda porque tenemos la idea errónea de que por comer alimentos que no sean
sólidos vamos a estar ingiriendo menos calorías y, por tanto, bajaremos más de
peso”.
“Esta dieta limita la textura, pero no nos anima a
excluir ciertos alimentos más calóricos y/o menos saludables al ser ricos en
azúcares simples, grasas saturadas o sal”, especifica Bravo. Además, al
perder la masticación, un proceso clave que apoya la sensación de saciedad,
aumentaremos nuestra ingesta de alimento y con ello, el consumo calórico total.
“De esa manera, aunque nunca nos tomaríamos cuatro manzanas enteras en
una media mañana, si lo haremos al tomar un “potito” de
fruta”, explica.
A la hora de valorar los riesgos de esta dieta hay que tener
en cuenta dos factores. En primer lugar, “que al eliminar los alimentos
sólidos va a ser menos saciante y, por tanto, nos puede dar la falsa idea de
que estamos comiendo poco cuando no es así y, en segundo lugar, que esta dieta
lo que dice es que comamos alimentos triturados, los cuales pueden ser sanos y
bajos en calorías (frutas, verduras, pollo…) o altamente calóricos e
insanos (nata, helados…) por lo que al seguirla de manera habitual no
sólo podemos no bajar de peso, sino que podemos subirlo”, explica
Escalada.
La verdad es que “sí se pueden incluir elaboraciones
trituradas en nuestra dieta semanal con una frecuencia variable de entre 1-4
veces por semana, pero nunca desplazando por completo a los alimentos
sólidos”.
Esta dieta “no debería ser seguida por personas que
padezcan ansiedad, hambre emocional o que les cueste sentirse saciados”.
5.
Dieta disociada severa
La dieta disociada severa es aquella que “no sólo
aboga por no mezclar diferentes grupos de alimentos en una misma toma como la
disociada normal, sino que impulsa a separarlos incluso durante varios días, lo
cual puede provocar serias deficiencias de nutrientes esenciales para mantener
un óptimo nivel de salud”, advierte Escalada.
Como las anteriores, al tratarse de una dieta milagro que
promete una rápida bajada de peso, “es seguida por personas que buscan
lograr este objetivo y luego, volver a su rutina previa de mala alimentación y
poco ejercicio”.
La realidad es que no existe ningún problema en que, de
manera puntual y por diferentes factores, no incluyamos algún grupo concreto de
alimentos en nuestra dieta (por ejemplo, que un día que no hayamos hecho la
compra no tomemos fruta), pero esto no debe prolongarse a más de un par de días
ni hacerse para perder mucho peso de manera fácil y rápida”, aconseja la
experta en nutrición.
Sobre esta dieta, “hay que tener especial cuidado si
se padece alguna enfermedad en la que uno o varios nutrientes tengan un
carácter esencial como puede ser la diabetes o el cáncer o incluso estados
fisiológicos más demandantes de energía o nutrientes como el embarazo o la
lactancia ya que en estos casos una deficiencia puede poner nuestra salud en
mayor riesgo”.